CAUSES
La Lagunita: la comunidad sin smartphones
En la comunidad remota de La Lagunita, en el Municipio de Guanaceví, al norte de Durango, los niños y niñas viven una infancia distinta, casi idílica, donde los celulares y las redes sociales no existen, lo que promueve un estilo de vida activo y de conexión con el entorno y los demás habitantes de la pequeña localidad. En este lugar apartado, donde los inviernos extremos y la falta de electricidad después de las seis de la tarde moldean el ritmo de vida, las pantallas no son parte del paisaje.
La escaza utilización de smartphones ha tenido un impacto profundo en el desarrollo social y físico de los más pequeños. Las niñas y niños no solo son extrovertidos, sino también poseen una vocación genuina para interactuar, expresar sus emociones y opinar sin reservas. Hablan, gritan, corren y juegan todo el día, llenando de vida las callecitas de tierra y las numerosas canchas de la comunidad. Los trastornos asociados al uso excesivo de tecnología, como la ansiedad, el aislamiento, la depresión y los problemas de concentración, no son parte de los dolores de La Lagunita.
“Los niños y niñas de La Lagunita son diferentes”, comentan los coordinadores del programa Fútbol Más, una iniciativa que busca fomentar la convivencia y el desarrollo socioemocional a través del deporte. Desde que llegaron, han notado cómo los pequeños abrazan las actividades con entusiasmo, creando porras, nombres de equipos y compitiendo en disciplinas como el voleibol, el básquetbol y, por supuesto, el fútbol. Estas sesiones, realizadas en las canchas de la primaria y la secundaria, son el punto de encuentro de toda la comunidad, donde padres y madres también participan como espectadores activos y apoyan el desarrollo de sus hijos e hijas. Además, los niños y niñas asimilaron muy rápido los protocolos de las sesiones y participan en categorías definidas, fortaleciendo su sentido de pertenencia y disciplina. De igual manera, ya se identifican con la Tarjeta Verde de Fútbol Más, que premia las conductas positivas que ellas y ellos tienen durante las clases.
En la comunidad, la vida se organiza de manera natural alrededor del trabajo, el estudio y ahora con Fútbol Más. Todos los niños de entre 5 y 15 años que viven en La Lagunita son los principales beneficiarios del programa, y a partir de los 16, los jóvenes se dedican al campo y a tareas como cortar leña para mantener calientes las casas y escuelas durante los inviernos, donde la temperatura puede llegar a los -14°. Las hornillas de madera, comunes en las viviendas y escuelas, son un recordatorio constante de las duras condiciones climáticas que enfrentan. Sin embargo, estas mismas circunstancias también han forjado el espíritu de una comunidad colaborativa.
El impacto de Fútbol Más en La Lagunita ha sido rápido y significativo. De lunes a jueves se trabaja con los niños y niñas de la primaria y la secundaria. Mientras que los viernes, los tutores de Fútbol Más realizan talleres de crianza positiva con padres y madres, los cuales han sido un éxito rotundo, fortaleciendo las habilidades parentales y los lazos familiares. El compromiso de los integrantes de Fútbol Más es tal que trabajan 14 días seguidos en la comunidad antes de regresar a sus hogares, siguiendo un formato similar al de los colaboradores de las minas cercanas, quienes también son un apoyo clave para el programa al facilitar el transporte diario.
En La Lagunita, las escuelas juegan un papel central en la vida comunitaria. La primaria, con casi 30 niños en su salón, y la secundaria, aunque pequeña, cuentan con espacios deportivos que son utilizados por todos. Afuera de la comunidad hay también canchas de voleibol, fútbol rápido y béisbol, donde los adultos suelen jugar en las tardes. Antes, los niños solo miraban o se involucraban espontáneamente, pero ahora, gracias a Fútbol Más, tienen un espacio dirigido para participar y aprender. Este enfoque no solo complementa el trabajo educativo de las maestras, sino que también enriquece la vida diaria de la comunidad.
En general, las niñas y niños coinciden en el análisis de lo que más les ha gustado. Por ejemplo, están Nicole, Romina, Keyla y Jared, quienes son parte de la comunidad y asisten a las sesiones de Fútbol Más. “Siento emoción cada vez que me gano una Tarjeta Verde”, “de la Tarjeta Verde me gusta que nos hace bien ganar una”, “si hacemos las cosas bien, nos ganamos una Tarjeta Verde”, “La Tarjeta Verde sirve para premiarnos para cuando hacemos bien las cosas”. A lo anterior, agregan lo mucho que les gusta ahora jugar fut y volley, pero que ahora saben las reglas de cada deporte.
La comunidad, compuesta por aproximadamente 50 casas de madera con chimeneas, enfrenta limitaciones como la falta de luz eléctrica después de las seis de la tarde y la ausencia de hospitales o enfermerías. En casos de emergencia, deben acudir a las minas cercanas, donde hay profesionales de la salud. Sin embargo, estas dificultades no han frenado el espíritu colectivo. El juez de la comunidad, elegido cada tres años, administra los recursos y coordina esfuerzos con las juntas directivas de las escuelas para garantizar el bienestar de todos.
“Estamos trabajando en que los niños y niñas logren expresar más lo que les pasa y hablen de sus emociones, ya que suelen comunicar a través de terceros. Esto, junto con la concentración en las sesiones y el seguimiento de indicaciones, son áreas de oportunidad que se están abordando. La experiencia ha demostrado que, aunque no están tan acostumbrados a las dinámicas estructuradas, tienen una gran disposición para aprender y mejorar”, señala César Omar Galván, coordinador del programa de Fútbol Más.
La Lagunita demuestra que un estilo de vida alejado de la tecnología puede ofrecer beneficios inesperados. La infancia aquí es un testimonio de cómo la simplicidad y el movimiento pueden forjar una generación sana, extrovertida y resiliente que emerge en este rincón escondido llamado el ‘Refrigerador de México’.