CAUSAS
El corazón de Fútbol Más
«Barrios» es un programa de promoción social que, al igual que los otros programas de Fútbol Más, utiliza la estrategia de «Deporte para el Desarrollo» con el fin de establecer espacios protegidos para niños, niñas y jóvenes (NNJ) en sus comunidades. A través de un plan de actividades que involucra a todo el barrio, busca entregar a la infancia habilidades para la vida, aumentar su sentido de pertenencia y fortalecer la percepción de los espacios comunitarios donde NNJ se sientan amparados.
Se trata de una intervención integral orientada a brindar a quienes participan del programa un bienestar biopsicosocial, entendiendo que las poblaciones con altos índices de vulnerabilidad precisan de apoyos y respuestas que cubran sus necesidades biológicas, psicológicas y sociales. Si bien «Barrios» hace foco en NNJ, también considera la posibilidad de que participen adultos y adultas, con el fin de activar en ellos y ellas el compromiso en la protección y el cuidado de la infancia.
A diferencia de otros programas de Fútbol Más, «Barrios» trabaja en el espacio público, un territorio no tutelado por institución alguna, y desde esa lógica temáticamente no ofrece restricciones, de tal manera que sus directrices son las que nacen de la propia organización (Fútbol Más) o las que se levantan del mismo territorio.
Para «Barrios» el componente social es significativo. Cuando se plantea que la resiliencia es un concepto crucial para el trabajo que se desarrolla en NNJ, esta no debe entenderse de manera individual. El proceso de resiliencia en NNJ, será mucho más efectivo en la medida que toda la comunidad esté involucrada en desarrollarla, de modo tal que no se entienda únicamente desde el individuo, sino que desde el colectivo. Por lo mismo, «Barrios» contempla muchas actividades y diferentes líneas de acción dentro de las que destacan: encuentros comunitarios al interior de los barrios y entre ellos, las sesiones sociodeportivas, formación de líderes y apoderados/as y gestión de redes comunitarias.
Sesiones sociodeportivas
El programa «Barrios» tiene operación directa en las comunidades en las que está inserto. Un/a profesional del área de la educación física se ocupa de dictar la sesión sociodeportiva, mientras que un/a profesional del área social se encarga de articular el ambiente facilitador, vale decir, todo lo que rodea a la sesión. Abundando en detalles, el ambiente facilitador tiene una importancia sustantiva en el éxito de las actividades, ya que apunta a coordinar las redes o el tejido comunitario —juntas de vecinos, carabineros, almacenes, escuelas, entre otros— con el fin de hacer de la cancha en la que se realiza la sesión un espacio protegido.
La cancha es el espacio en donde se concentra el programa. Es ahí donde se reúnen niños, niñas y jóvenes. Muchas veces, en estas comunidades, la cancha ha dejado de ser un espacio protegido para la infancia. En este sentido, es preciso hacer un ejercicio de recuperación, que consiste básicamente en que vuelva a ser usado para el juego y los deportes por niños, niñas y jóvenes, sin distinción de género ni edad. La particularidad que ofrece la cancha, a diferencia de un espacio cerrado, es que todas las actividades se realizan a vista y paciencia de los vecinos y vecinas, lo que suma complejidad a la planificación y ejecución de este programa.
Su carácter sociodeportivo distingue a las sesiones del programa «Barrios» de las clases tradicionales de educación física. Si lo habitual en estas es que el profesor o profesora inicie el trabajo pasando lista y ordenando a quienes participan que calienten durante diez minutos, en una sesión del programa «Barrios» quienes participan, por ejemplo, corren al encuentro de un compañero o compañera, expresan una emoción y el otro debe identificarla, luego hacen zigzag, toman un peto, se lo ponen a un compañero o compañera y recién ahí dicen presente. Vale decir, en ese arranque no solo pasaste lista y calentaste, también trabajaste la expresión e identificación de emociones, el trabajo en equipo y la coordinación a través de una dinámica de desplazamiento motriz. La lógica de toda la sesión está orientada por esta fusión entre lo social y deportivo, en donde el fútbol es una excusa para articular otros objetivos.
De hecho, el concepto social es entendido por el programa «Barrios» de un modo amplio. Decimos «social» y en ese concepto incluimos lo psicológico, lo emocional, lo afectivo. Cuando se mezclan estas esferas con lo técnico, lo táctico y lo físico, el resultado es una metodología sociodeportiva que ofrece grandes diferenciales para Fútbol Más y sus programas.
En este sentido, el desarrollo de habilidades para la vida está en el centro del aprendizaje del programa. ¿Cuáles son esas habilidades?: la confianza, la empatía, la identificación y expresión de emociones, la resolución asertiva de conflictos, el razonamiento moral, la autoconfianza, la autorregulación, la autoestima y el autoconocimiento. El poder traspasar estas habilidades a NNJ permite empoderarlos respecto del destino de sus días y poder actuar en consonancia con aquello que ellos y ellas quieren hacer de sus vidas.
El programa «Barrios» tiene una duración promedio de nueve meses, su periodicidad mínima es de cuatro días a la semana, las sesiones tienen una duración de una hora y media y está pensado como un complemento del tiempo que el niño o la niña pasa en la escuela. De esta forma, se alcanza el total de siete horas de deporte semanal para niñas y niños recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo que genera que sea un programa muy valorado por comunidades, municipios y empresas que tienen zonas de influencia directa.
Historia
Los orígenes del programa «Barrios» se remontan a 2008 y se entrelazan con el nacimiento de Fútbol Más. Inicialmente el programa se desplegó en cinco barrios de Santiago de Chile: dos de la comuna de Lo Espejo, dos de Huechuraba y uno de Puente Alto y fue este escenario barrial y sistémico el que deja instalado desde el comienzo la importancia y expertisse que ha generado la Fundación en la cohesión comunitaria.
En un inicio, los medios no eran abundantes y las manos no eran las suficientes, por lo que los profesionales de Fútbol Más debían «multiplicarse» en los distintos roles: desde hacer las clases hasta convertirse en psicólogos, pasando por la venta de proyectos, las charlas con las familias, la contención a NNJ y familiares cuando la situación lo ameritaba.
El acercamiento a las comunidades, independiente del país, siempre fue el mismo: un papelógrafo pegado al borde de la cancha anunciaba la realización de talleres gratuitos de fútbol. Y trascartón se establecía un diálogo con el interlocutor natural del barrio: la junta de vecinos. Lo usual era el recelo y la desconfianza de parte de los vecinos. Las experiencias anteriores con otras organizaciones solían dejar algunas secuelas, porque habitualmente había intereses de por medio. Cuando se enteraban de que Fútbol Más no dependía de ningún partido político ni de ninguna iglesia y que, además, los vecinos y vecinas no debían pagar para que sus hijos e hijas pudieran acceder a los talleres, las desconfianzas se atenuaban. Y cuando se interiorizaban del objetivo principal del programa —generar espacios protegidos para la infancia—, el recelo desaparecía.
Lo fundamental en todas las experiencias del programa «Barrios» ha sido el respeto con el que los profesionales de Fútbol Más se han acercado a las comunidades. Lejos de cualquier afán de superioridad o de querer imponer la mirada propia, todos los procesos de intervención en los barrios han sido de la mano de la comunidad y siempre al amparo del respeto.
En muchas ocasiones, muy cerca de la cancha donde Fútbol Más realizaba sus sesiones había grupos de jóvenes con actitudes desafiantes. Lejos de forzar un enfrentamiento con ellos, las primeras semanas la estrategia de la organización y de los profesionales siempre ha sido el saludo cordial a esos jóvenes; a la segunda semana, los muchachos y muchachas respondían el gesto; a la tercera, se les pedía que pudieran seguir en lo suyo, pero no tan cerca de la cancha. Así, al mes ya había una relación con esos grupos, se establecían confianzas e incluso ellos mismos se ofrecían para, por ejemplo, poner música cuando se realizasen los partidos de la Liga Fútbol Más.
El primer aprendizaje de esas experiencias germinales fue que si el programa no se cimentaba en el diálogo y el respeto, no se iba a conseguir nada.
Dentro de las diferentes líneas de acción que presenta el programa, una de las más llamativas es la que se conoce como «La Liga Fútbol Más». Cada mes, se seleccionaba un grupo de jugadores y jugadoras para disputar un partido contra la selección de otro de los barrios donde estaba instalado el programa. Más allá de la importancia de representar a tu barrio, se generaba una dinámica muy atractiva tanto para los/las NNJ como para los adultos y adultas que los acompañaban y que debían oficiar en una primera instancia de anfitriones y en una segunda instancia de visitantes. En esa lógica, cuando debían recibir al equipo invitado, se organizaban para darles una bienvenida cálida, vendían comida, hacían bingos. De esa forma, cuando asumían el rol de visitantes, contaban con dinero para pagar un bus que los transportase, mientras quienes hacían de local replicaban lo que habían vivido en la cancha vecina.
Si bien, ni los vecinos ni las vecinas de uno y otro barrio habían vivido la experiencia de ser anfitriones/as y visitantes, lo que busca este ejercicio de hospitalidad es potenciar la autogestión, que sean capaces de organizarse para poder acceder no solo a un ingreso por la vía de realizar un bingo o una completada, sino también que puedan postular a fondos que les permitan hacer crecer esa semilla que Fútbol Más puso en esos barrios.
Uno de los elementos más importantes del programa «Barrios», que también es parte de otros programas y de la esencia de Fútbol Más, es la tarjeta verde. Lejos de la lógica de las tarjetas amarilla y roja del fútbol, asociadas a la advertencia y al castigo, la tarjeta verde busca premiar y destacar en el otro aquellas acciones o gestos beneficiosos para nuestro entorno y la vida en comunidad. Así, al final de la clase, los NNA forman un círculo y realizan el ejercicio de reconocer en el otro alguna virtud, algo positivo, sin esperar nada a cambio:
—Carlos hizo un golazo y por eso le pongo Tarjeta Verde.
—Marta es buena amiga y esta Tarjeta Verde es para ella.
Así, quien reciba más tarjetas verdes se convierte en el capitán del equipo, instaurando una lógica que premia más que al talento futbolístico el ser buenas personas.
En Los Arenales —una población típica de Antofagasta, ciudad ubicada al norte de Chile, una pequeña urbanización en suelo desértico, casas pareadas y rucos, zona de aluviones y marejadas— viven cerca de 1700 familias de diferentes nacionalidades: chilenos, colombianos y venezolanos, entre otras. Hasta allá llegó Fútbol Más en 2011 para trabajar con los niños y niñas en la multicancha comunitaria del barrio. El trabajo dio sus frutos y para 2014 el número de participantes había crecido. Jhordy y Anderson sumaban tarjetas verdes sesión a sesión. Jhordy era un niño muy bueno para el fútbol; Anderson tenía una rara enfermedad que durante años lo mantuvo aislado de sus pares, su fuerte residía en su capacidad de reconocer lo bueno en los demás.
Gracias al liderazgo de ambos, su equipo clasificó para jugar las finales nacionales de las ligas de Fútbol Más. Ambos, junto a otros siete niños entre ocho y once años viajaron en avión por primera vez y deslumbraron en las canchas de Quilín consiguiendo el título de campeones. Regresaron al barrio con la copa y fueron recibidos como héroes en una experiencia que ni ellos ni la comunidad de Los Arenales olvidarán nunca.
A consecuencia de la enfermedad que tenía, Anderson falleció pocos años después de esa experiencia. Su padre lo despidió vistiéndolo con la camiseta de su equipo y la jineta de capitán, porque los años que estuvo en Fútbol Más, según dijo su padre, fueron los más hermosos de su vida.
Evaluación y monitoreo
«Barrios» comenzó con cerca de 300 beneficiarios en su primer año de existencia (2008). Quince años después, suma 86 comunidades intervenidas a nivel mundial, con un número estimado de 17 mil NNJ que han pasado por el programa. La evaluación del mismo pasa por tres ejes fundamentales: la salud mental, la salud física y el grado de pertenencia a la comunidad. En este sentido, esta última variable es la más importante de todas. Por lo mismo, buena parte de las preguntas de la evaluación está orientada al tema de la pertenencia: ¿Me siento parte de este barrio?, ¿aquí en el barrio tengo amigos/as en los que puedo confiar?, ¿me gusta salir a jugar a la cancha del barrio? Son preguntas fundamentales al momento de analizar el éxito del programa.
La evaluación se sostiene, además, en tres pilares sustantivos.
- La mejora continua del programa. En el entendido de que esta es una experiencia pionera, Fútbol Más entiende que es de suma importancia corregir y aprender de los errores. La evaluación funciona, en este sentido, como un mecanismo de mejora de los componentes utilizados en el programa.
- Devolución a la comunidad. A partir de los insumos que brinda el programa, se alerta a la comunidad respecto de niños, niñas o jóvenes que puedan estar atravesando cuadros de depresión o bien que presenten problemas respecto de su salud física.
- Generación de incidencia externa. Toda la data obtenida a lo largo de los nueves meses que dura cada programa se pone a disposición de los diferentes programas de deporte para el desarrollo o de las políticas públicas asociadas al tema. En ese sentido, ya se han generado una serie de convenios con instituciones pertinentes, como las universidades, a objetos de que la información qinstaue recogemos pueda ser de utilidad para investigaciones o papers.
Conforme ha pasado el tiempo, de ser un programa eminentemente citadino, se ha expandido a zonas más rurales y a comunidades más cerradas. Así ha ocurrido en países como México, donde se intervinieron poblaciones ciento por ciento indígenas, lo que obligó a un trabajo de mucho respeto e investigación toda vez que el programa se empapó de los ritos y las características de esas comunidades para poder integrarlas al trabajo en las sesiones sociodeportivas. Lo mismo ocurrió en Perú, más específicamente en Astobamba —a 4.400 metros sobre el nivel del mar—, donde existió una adaptación a una cultura que tiene una relación con sus antepasados y con la naturaleza muy marcada. Sin ir más lejos, una de las beneficiarias llegaba todos los días con su vaquita Ruby, a la que le sacaba leche y le daba de comer minutos antes de sumarse a las sesiones de Fútbol Más.